Eventos Académicos, IV Congreso Internacional de Letras

Tamaño de fuente: 
¿Lenguaje de la infancia o infancia del lenguaje? Tiempo y experiencia en dos libros de Marosa di Giorgio
Adriana Gabriela Canseco

Última modificación: 2018-02-04

Resumen


En dos libros de juventud de Marosa di Giorgio, Magnolia e Historial de las violetas, publicados ambos en 1965, trataremos de rastrear las huellas de una anterioridad que, en su escritura, parece hundirse en lo desconocido del origen, aquello que se remonta hasta donde la memoria se disuelve. Aquí, la concepción del tiempo está más unida a la experiencia siempre presente, en la actualización permanente del instante, que al discernimiento de los tiempos verbales. Una actualidad permanente ausculta para nosotros los secretos de una inmanencia extasiada. Como en el “érase una vez” de los cuentos, el tiempo descompone en ella todo vínculo con la Historia, todo referente deviene remoto, todo comienza cada vez.

En la peculiaridad de esta escritura, buscamos señales que sostengan la materialidad de ese universo que aparenta estar vivo. Esta apariencia de vida es tal en la medida en que descubrimos en la escritura que ese ligero brillo que reviste la materia es apenas el inquieto fantasma de lo sido que se agita sobre felicidades pretéritas: lo escrito se ancla en el pasado a través de una suspensión premonitoria del presente. Antes de que todo ocurra, el miedo retira toda garantía de lo cierto enajenando cualquier acción futura. Casi al final de Magnolia leemos en el poema “Abuela”:

Desde que te fuiste/ siento que me llaman del trasmundo/ Sé que prendes lamparillas para mí y haces rodar planetas silenciosos por las casuarinas/ (…) entre las altas yerbas, oh muerta deliciosa, te descompones en siete aromas, en siete colores, voy a probar de ti. (2008: 134)

En el tiempo inorientado conviven la muerte y la oscuridad genésica de lo anterior, que encuentran su lugar en el poema. Los muertos llaman o son llamados bajo distintos nombres, son invocados los recuerdos que los guardan, ante la muerte algo se desase y se reagrupa bajo nuevas formas en el universo marosiano. En este caso, antes que la comunión de la culpa antropófaga, se reelabora el ritual en que el amante invoca el dulce cuerpo del amado y se enfrenta al deseo amargo de esperar lo que no vendrá, pero que en el poema fulgura con la felicidad de la espera de un manjar apetecido. El cuerpo desaparecido, depredado por la muerte, que es el tiempo consumado, no se retira hacia un limbo de melancolía no saciada, sino que vuelve a encender el deseo de la presencia, del amor indeclinable. Es a partir de esta experiencia desarticulada del tiempo que la muerte en los poemas se reordenada y se reescribe para la existencia detenida de todo.


Texto completo: PDF