La recepción de la obra de Bajtín en Francia a partir de los años 60 produjo alternativas a la teoría estructural. Donde el “sujeto” había sido excluido frente a un “objeto” que podía pensarse por sí mismo y con leyes propias e inmanentes, “objetivamente”, se resitúa frente a la objetividad un sujeto ahora dinámico e incluido en la mediación estética, bajo la categoría de “autor”, redituada frente a la de “personaje”.

Si el formalismo se había posicionado en oposición de lecturas que desatendían toda mediación específicamente literaria, con una teoría del “arte como artificio” y negaba toda categoría por fuera de la textualidad misma, lo que daría lugar a la noción estructural, la teoría bajtiniana reposiciona esas categorías externas como constitutivas de la misma mediación.

Esto habilitaba una concepción de la forma literaria desde una perspectiva dialógica, del autor productor con respecto al personaje y correlativamente a la obra como totalidad, dejando lugar a su vez a una posición dialógica del autor contemplador o lector, también con el personaje y la obra, pero a la vez con la posición del autor productor y con el lenguaje y su historicidad.

Encontraba en la obra de Dostoievski una presentación singular de la relación dialógica entre autor y personaje, donde el autor se mantenía en una posición ética renuente a la conclusividad última, a la posesión de la última palabra.