Este ensayo, fragmento caleidoscópico de mi tesis sobre los mundos posibles en la semiósfera cortazariana, plantea la lectura de Diario de Andrés Fava como parte necesaria, constituida y constituyente, de El examen. Se propondrá, para ello, una lectura cómplice, la de un lector salteado macedoniano, que realice un recorrido de asociaciones similar al que produce la lectura hipertextual de una obra abierta en el universo de las mixturas propuestas hoy por las posibilidades de las nuevas tecnologías. Este entreleer facilitará habitar el mundo de ficción que nos mostrará la permanencia en el tiempo, el carácter y la palabra dada, de la éthica cortazariana. Al mismo tiempo, se pensará tanto la novela como género en mutación que incorpora otros géneros como el carácter metaficcional de esta imbricación lo cual nos dejará en esos intersticios semióticos entre o en medio de “algo como ojos y oídos y tacto proyectados fuera de lo sensible, aprehensores de relaciones y constantes, exploradores de un mundo irreductible en su esencia a toda razón” (Cortázar, 1954).