Con imágenes cinematográficas, Chico Buarquepresenta en Estorvo las andanzas por los grandes centros de un personaje solitario que busca su identidad en una sucesión frenética de hechos en donde las huellas del pasado se relacionan, generalmente sin integrarse, con un presente fragmentado.

En la obra vemos cómo el autor rompe con una visión utópica de la ciudad, dando lugar a la atopía que deslocaliza al protagonista, quien inmerso en una crisis de identidad y dominado por una sensación de disgusto y malestar, comienza su peregrinaje por una metrópoli violenta y hostil. A pesar de vivir en constante movimiento, es un elemento desarticulado del sistema que deambula por la ciudad como si fuese un forastero. Dicho contexto coloca a ese ser bajo el signo de la precariedad y del desamparo en un torbellino de cambios y desintegración.

En ese itinerario, la novela se debate sobre el impacto de un tiempo y un espacio que parecen aludir al vacío y a la carencia de nuevos horizontes. Buarque extrapola el orden del sentido común al explorar los diferentes modos de construir mundos ambivalentes basados en lógicas opuestas, una construida a partir de la co-presencia y otra a partir de la co-ausencia.