Durante el pasaje por la ciudad de Lima por la que transitan los personajes, con el telón de fondo de la procesión del Señor de los Milagros, Oswaldo Reynoso no solo despliega una escritura construida sobre la lengua popular a través de un juego poético de voces superpuestas sino también presenta un contrapunto entre la devoción religiosa y la furia de un pueblo, sobre el que comenzaba a extenderse la violencia. La tensión textual entre oralidad y escritura, historia y ficción, sexualidad y religiosidad enmarca la novela En octubre no hay milagros [1965] (2009), de la que emerge una violencia que se acompasa con los tiempos históricos; es por esos años, concretamente 1964, que se ha señalado el surgimiento de Sendero Luminoso en Ayacucho, región en la que se vivía una situación extrema de pobreza, opresión servil y discriminación étnica. El trabajo continúa la investigación ya iniciada acerca de literatura y violencia, en la obra de Miguel Gutiérrez con el que Reynoso formó el grupo Narración, que se planteaba escribir sobre la realidad nacional y actuar para la transformación del país, y también en la obra más reciente de Alonso Cueto y Santiago Roncagliolo que integran el corpus seleccionado acerca de la narrativa peruana.