Última modificación: 2018-02-07
Resumen
La gran cantidad de “post-marxismos” aparecidos recientemente documentan la verdad del aserto de Frederic Jameson que afirma que los intentos de ir “más allá” del marxismo terminan habitualmente reinventando posiciones pre-marxistas, acaso pre-aristotélicas. Afirmar que la cuestión de la relación entre marxismo y literatura pueda contener un problema de extraordinaria importancia teórica y práctica encuentra, es verdad, escaso eco en estos tiempos, tanto entre los intelectuales burgueses (pongamos académicos) como entre los marxistas. Mas, a contrapelo de esa indiferencia, nosotros nos hemos propuesto formular, acaso esbozar, una mirada crítica de la única novela de Salvador Benesdra, El traductor, desde los fundamentos de una estética marxista. Para ello, nos sumergimos en los inicios de la polémica entre realismo y expresionismo que enfrentó a Lukács con Bloch y Brecht en los años 30, y en la síntesis que propone, susurra acaso, Trotsky en sus artículos críticos sobre Céline, Silone y Malraux. Desde ya, el campo de problematización que elegimos es el realismo y el recorte teórico responde a esa trinchera. La complicación se potencia, primer problema, cuando nos adentramos en la novela de Benesdra y nos enfrentamos a su “espíritu epocal” en el que el ectoplasma de la modernidad trasvasa angustiosamente sus lindes hacia la posmodernidad.