Es bien conocida la importancia que tuvieron algunos intelectuales españoles en el desarrollo de la reflexión lingüística en nuestro país. En efecto, basta recordar para ello que el primer director del Instituto de Filología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires fue Américo Castro, discípulo de Menéndez Pidal, en 1923. Y ni qué decir del fundamental papel que cumplió otro de sus discípulos, Amado Alonso, quien también fue director de dicho Instituto durante el extenso período comprendido entre los años 1927 y 1946, época en que bajo su dirección llegó a convertirse en el centro filológico más prestigioso del idioma español.

Ahora bien, el presente trabajo está dirigido a analizar a otro tipo de figuras que, aunque no ligadas directamente al medio académico, no pueden ser olvidadas a la hora de estudiar la influencia de los intelectuales españoles en la reflexión lingüística en nuestro país. Y esto es así porque, si bien posiblemente no pueda considerarse que fueron grandes innovadores en cuanto a aspectos teóricos de la gramática, es indudable que tuvieron una marcada influencia en la enseñanza de la misma. En este sentido, este texto está dedicado a analizar ciertos aspectos de la labor de Ricardo Monner Sans y Avelino Herrero Mayor, quienes si bien se desenvolvieron básicamente en el nivel medio de enseñanza, desarrollaron una obra que excede la figura de lo que podría considerarse un profesor típico de dicho nivel educativo.

En cuanto a la perspectiva que se adopta en esta comunicación, cabe aclarar que este trabajo no se centra en el contenido de la obra y su relación con otros textos, sino que trata de señalar algunos aspectos de la obra de los autores mencionados y ponerlos en relación con ciertas características históricas, políticas o sociales del contexto en el cual surgen.