Las obras literarias permiten dar cuenta de ciertas prácticas culturales de épocas pretéritas. Las palabras significan mucho más de lo que dicen, en la medida en que portan sentidos heterogéneos y acaso oscuros de sus comunidades de origen. Mi propósito será aprovechar esta riqueza del lenguaje para pensar cuestiones relacionadas con las prácticas de la enseñanza y el aprendizaje a la luz de obras literarias de los siglos XV a XVI. En primer lugar, me ocuparé de dos tratados: El príncipe de Maquiavelo, un peculiar retrato sobre la educación monárquica, y El cortesano de Castiglione, donde se esboza el arquetipo deseable de la época. Otra serie estaría dada por aquellas obras que representan problemas pedagógicos en la vida pública o privada: la trágica presunción del Doctor Fausto de Marlowe en su entorno académico; el vínculo maestro/discípulo con Gargantúa de Rabelais; el tratado sobre la formación doméstica de las mujeres del gran pedagogo del siglo XVI, Juan Luis Vives. Por último, abordaré la novela de iniciación y el aprendizaje vivencial ejemplificados con un clásico, El lazarillo de Tormes.

Esta selección incluye escritos programáticamente pedagógicos, así como otros que abordan las rutinas de enseñanza y aprendizaje como tema o motivo. La educación y la literatura son dos prácticas culturales que dialogan entre sí y explotan el potencial de la palabra. Este vínculo dinámico permitirá dilucidar qué conceptos de individuo y de conocimiento proyectan las obras y qué función social se promueve para la educación. Estos textos permiten anticipar una serie de problemas que serán abordados de manera sistemática a partir del siglo XVII: ¿existe una educación disciplinadora, capaz de transformar un individuo en un sujeto? De ser así, ¿qué modelo de individuo pretenden construir, adecuado a lo establecido o rupturista? ¿Se busca una mera instrucción formal o acaso hay un margen para otras alternativas?