Última modificación: 2018-02-17
Resumen
Tanto Noches florentinas, de Heinrich Heine, como Muerte en Venecia, de Thomas Mann, son novelas cortas que tienen como uno de sus problemas centrales el estatuto del artista en la sociedad burguesa. El propósito de este trabajo comparativo es examinar las figuras de artista, los modelos de belleza y los objetos de deseo presentes en ambos textos, y analizar en ellos la relación conflictiva que se trama entre el sujeto creador y la sociedad moderna. En Noches florentinas, el personaje de Maximiliano es un hedonista que accede, mediante el arte, a un mundo de experiencias sublimes distanciado de la fría racionalidad burguesa. Los paradigmas estéticos del pasado y la figura de Lorenza encarnan placeres no satisfechos por el mundo moderno; así, el arte encierra una utopía y el artista se configura como un outsider ajeno al utilitarismo burgués. En cambio, Muerte en Venecia presenta una figura de artista ya profesionalizado: la producción estética de Aschenbach está sometida al rigor del modo de producción capitalista. Lejos de la utopía y del ensueño, el trabajo del artista se rige por la opresión y la cronometrización de la vida propias del mundo moderno. Si las figuras de artista elaboradas por cada texto difieren en cuanto a su relación con el pragmatismo burgués, en ambas novelas cortas los objetos de deseo y las fuentes de belleza se ubican por fuera de la sociedad moderna. Maximiliano, en Noches florentinas, venera modelos de belleza exóticos (como Lorenza) o ya caducos (como la estatua griega), mientras que Aschenbach, por su parte, en el texto de Mann, encuentra su objeto de deseo en un joven que conoce en Venecia, alejado de arduo trabajo que le exige su vida de artista. En ambos relatos, la transgresión a las convenciones sociales del mundo moderno aparece como condición de posibilidad para el surgimiento y el mantenimiento del deseo.