Tras la derrota de la Guerra de Malvinas, el discurso social debió reconfigurar el fervor nacionalista gestado durante la ocupación. Ante la ausencia de una épica bélica y más aún, ante la voluntad de ocultamiento de la derrota, la literatura argentina se convirtió en un espacio privilegiado para recuperar el conflicto. Desde una perspectiva crítica, capaz de cuestionar los relatos políticos, históricos y testimoniales de la época, distintos textos han ido desarmando los estereotipos cristalizados en el imaginario para evidenciar otra problemática: la producción de saber histórico tras la experiencia del último Golpe de Estado.

En el caso de Las Islas (1991) de Carlos Gamerro, el foco se hace en trauma de los excombatientes, que aparece en el contexto de la década menemista para exhibir los interrogantes que ha dejado la guerra.

Nuestro trabajo analiza la parodia y la burla que atraviesan la novela como elementos recurrentes –incluso necesarios– a la hora de abordar el conflicto. Contando con el antecedente de Los pichiciegos de Rodolfo Fogwill y la corrosiva prosa poética de Néstor Perlongher, tratamos de ver cómo Gamerro configura una Argentina neoliberal en clave carnavalesca, donde Malvinas se percibe como el enclave que definiría el propio ser nacional.

¿Cómo entender Malvinas? La respuesta, múltiple y abierta, se expresa a través de una memoria individual en tensión con la memoria social. De manera paródica, Las Islas evidencia aspectos identitarios que aún atraviesan la idiosincrasia argentina en un cruce interdiscursivo que apela a la mística militarista, la locura, el mesianismo y la cibernética.

En este sentido, el conflicto muestra su actualidad si se piensa en las reacciones del público cuando, en 2011, la novela fue adaptada a la escena teatral por el propio autor y el dramaturgo Alejandro Tantanian.