El episodio de la doncella de Astolat, relativamente menor en sus orígenes, adquiere una importancia cada vez mayor en las sucesivas versiones de la leyenda artúrica. La historia de la joven inocente que muere a causa de su amor no correspondido por Sir Lancelot se vuelve central en el marco de la revitalización decimonónica del interés por la materia artúrica. El ideal de amor puro y el trágico final de la doncella se ajustan perfectamente a las inclinaciones de la Inglaterra victoriana. En sus Idylls of the King, Lord Tennyson construye a Elaine como un personaje mucho más tímido y sumiso que el que aparece en la principal fuente de su obra, Le Morte D’Arthur de Sir Thomas Malory. Mientras que para la mayor parte de los críticos victorianos (aunque también para algunos contemporáneos) la doncella constituye un modelo de virtud y una víctima inocente de los conflictos de un reino en descomposición, la crítica actual, menos conmovida por su tragedia, la considera un personaje ingenuo y caprichoso y, en última instancia, la principal culpable por su propio destino (Kincaid 1975: 187). En este trabajo se pondrán en cuestión ambas posiciones relativas al tratamiento del ideal de pureza que caracteriza a la figura de Elaine de Astolat en los Idylls of the King. Asimismo, se intentará conciliar los aspectos negativos y positivos del personaje de manera de poner en evidencia que su figura no puede reducirse ni a la de una niña caprichosa ni a la de una víctima inocente de la caída del reino de Arturo.