Última modificación: 2018-01-27
Resumen
En Chicas muertas de Selva Almada, la investigación de los asesinatos de tres jóvenes mujeres es no solo la ocasión para desnudar la trama más sutil de las formas que puede revestir la violencia de género sino también lo que la escritura produce por sí misma en quien escribe. En este sentido hipotetizamos que se trata de una novela de denuncia y al mismo tiempo de una novela sobre el proceso de poner en palabras la resignificación de la propia experiencia. La autora, en tanto sujeto social contemporáneo, se apropia del concepto de “femicidio” (incorporado al digesto punitivo de la legislación argentina en 2012), y ensaya reconstruir bajo esta nueva luz sus recuerdos, su corporalidad y su (la) condición de mujer.
La investigación, infructuosa en su objetivo más evidente –dilucidar aspectos factuales de los asesinatos-, da sus frutos en planos más profundos y trae a la superficie los aspectos casi invisibles -por automatizados en la percepción cotidiana- del maltrato, que a través de determinados procedimientos narrativos, producen, en términos de Shklovski, un efecto de extrañamiento.
En este trabajo nos proponemos relevar -desde un enfoque que contempla la refutación de la unicidad del sujeto hablante de Bajtín y Ducrot y los conceptos de niveles narrativos, metalepsis, distancia, cercanía y perspectiva de la teoría del relato de Genette - los procedimientos por medio de los cuales lo personal, lo cotidiano, lo oído, lo leído, lo imaginado, lo otro y lo propio confluyen en una enunciación que dice finalmente mucho menos pero también mucho más de lo que inicialmente parece proponerse. El tenaz intento de reunión de lo disperso y lo fragmentario deja huecos insalvables que se convierten en los intersticios por donde es posible vislumbrar las facetas difusas del machismo. La asunción de ese fracaso se erige paradójicamente en memoria, denuncia, conocimiento y lucidez de sí.