Aún en el siglo XX la literatura infantil ha estado asociada al campo de la pedagogía y la moral, considerándosela un mero vehículo de transmisión de valores o como una preparación para ingresar a la literatura adulta (Fernández, 2011). El estudio de su especificidad y de sus condiciones de producción es bastante reciente, como así también la posibilidad de una intervención crítica, una construcción teórica y una mirada investigativa. Los últimos 15 años han producido un interesante viraje en tanto se constata un crecimiento exponencial de esta disciplina en el mundo occidental, sobre todo en formación superior. No nos ocuparemos de las causas de este crecimiento pero sí es preciso aclarar que tomando solamente el caso de nuestro país, la producción e importación de libros para niños creció desmesuradamente desde los albores del siglo XXI hasta el presente. Del mismo modo, existe un complejo y riquísimo proceso de universalización de obras y autores por el cual las bibliotecas escolares contienen obras de autores argentinos en la misma medida que de autores de todas partes del mundo. Sin dejar de lado cuestiones de mercado, este incremento de la producción, la diversidad de géneros, estilos y tendencias va requiriendo estudios cada vez más sofisticados. Mientras hasta la década del 90, salvo excepciones (Fernández, 2011, 2012) los estudios aparecen ligados a pautas extraliterarias, una parte cada vez más numerosa de la crítica, ya situada a fines del siglo XX, abordará el objeto desde la necesidad de pensar variables de orden estético que en la literatura para adultos ya habían sido consideradas. Así, este objeto visible comienza a formar parte de las curriculas de diferentes universidades de América y Europa a partir de la década del 80. Con ello, la industria editorial comienza a publicar títulos para abastecer a alumnos y docentes, al tiempo que en la academia crece el interés por la investigación. Los análisis de textos, los estudios de la recepción y los usos de la LIJ en el aula se vuelven frecuentes y circulan en la red masivamente. Esta evolución nos ha motivado a emprender un relevamiento de los espacios y quehaceres académicos en los que la LIJ pasa a ser un objeto de estudio desde su especificidad y sus modos de producción.