Última modificación: 2018-01-27
Resumen
En 1940, año de la publicación de La invención de Morel, Adolfo Bioy Casares se ocupa de prologar la Antología de la literatura fantástica, obra realizada en conjunto con Silvina Ocampo y Jorge Luis Borges. Primero se erige en lector atento del género, interpretándolo y exhibiendo algunos de los procedimientos que lo conforman; más tarde, como escritor, se encargará de ejecutarlos para proponer un desvío. En las tres obras citadas se exhiben las mismas preocupaciones: la soledad, la inquietud de un suceso que acompaña al protagonista durante todo el relato y la necesidad de explicitarlo. Hasta ahí las similitudes. Las primeras narraciones de Bioy se ocuparán de indagar sobre lo real sirviéndose de teorías científicas y filosóficas y ciñéndose a una rigurosidad argumental que privilegiará la trama. Tanto en La invención de Morel como en los cuentos que conforman La trama celeste se observa un elemento en común: la narración es en primera persona y se presenta como informe, nota o testimonio de un hombre en situación de riesgo; mientras que en El sueño de los héroes elige la tercera persona sin interpolación de notas o informes, obteniendo, sin embargo éste último un efecto más inquietante al hacer ingresar lo extraño en un espacio que nos es más cotidiano. En el presente trabajo me propongo examinar como Bioy Casares transita estilísticamente el género fantástico, despojando a sus historias de máquinas y complicadas manipulaciones rituales para operar sobre la tradición narrativa argentina del siglo XIX.-