Última modificación: 2018-01-27
Resumen
Traducir no es buscar equivalencias, dice Berman. Según el método de la traducción por la letra, hay que traducir lo que la lengua hace. Pero, ¿en qué medida algunas nociones estéticas colaboran a deformar la letra de una obra y por qué esta deformación se hace inevitable a la hora de traducir literatura dentro de la literatura? En su descripción de las tendencias deformantes de la traducción de prosa literaria, Berman habla precisamente de la “informidad” de la prosa literaria como género y de que la traducción tenderá por tanto a dar una “bella forma” a lo que de por sí se caracteriza por su forma no uniformable. Pero, cuando la traducción de una obra incorpora elementos propios de la cultura de llegada como procedimiento de coherencia y resolución estética de canciones, referencias literarias, etc., ¿se puede seguir hablando de destrucción de la obra? Y si traducir es necesariamente destruir la letra, ¿se puede considerar que este proceso también implica reconstruir? Y si el enfoque contrario a esta idea define a la traducción como la “comunicación de un sentido”, ¿por qué no pensar en el intento de “comunicar una forma” a partir de su de-formación previa y necesaria? Para ejemplificar y visualizar algunas de estas tendencias deformantes de la traducción tomaremos fragmentos de la novela Wörterbuch de la autora alemana contemporánea Jenny Erpenbeck y sus versiones castellana e inglesa.