Última modificación: 2021-07-28
Resumen
En la novela Las aventuras de la China Iron (2017), de Gabriela Cabezón Cámara, el tratamiento de los espacios es tan importante que las tres partes en que se divide se titulan: “El desierto”, “El fortín” y “Tierra adentro”.
La carreta a la que Elizabeth invita a la China es un umbral de un espacio a otro, de un estado a otro, el vehículo de una transformación. Lo espacial está relacionado con lo afectivo porque ese umbral entre la intemperie y el cobijo es también el pasaje del desamparo a la contención. La China deja de ser esa niña sucia y descalza, bastarda y maltratada, para ser una mujer que descubre las sensaciones del cuerpo frente a los objetos de la vida cotidiana, y sus estímulos, la sexualidad, el deseo, y la propia identidad. En este descubrimiento surge el concepto de lo íntimo en tensión con lo político, cifrado éste en la opresión en la que vivió hasta ese momento, aplastada por alguien siempre más poderoso, aunque, a su vez, marginal si se atiende al esquema macroestructural del poder en el contexto nacional decimonónico.
Los ejes que elegimos para analizar el tratamiento de los espacios en la novela son los elaborados por Henri Lefebvre, y presentan un marco teórico mixto porque abrevan tanto de la filosofía como del urbanismo y la arquitectura.