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Justicia, lenguaje y muerte. Repensando la relación hombre-animal a la luz de los abordajes de la etología contemporánea
Última modificación: 2019-07-19
Resumen
Ante la pregunta acerca de la filogénesis de alguna de las características que posee el ser humano, los abordajes filosóficos suelen acercarse al problema preguntándose si la característica en cuestión se halla presente en otras especies, para poder analizar, en consecuencia, si la misma posee una base biológica que trasciende a nuestra especie. Cuando el abordaje es realizado desde dicha perspectiva, la respuesta suele ser que no: ya sea que se trate de la capacidad del lenguaje, de nuestro sentido de justicia, de nuestro concepto de la muerte, o de nuestro prácticas punitivas, no es infrecuenete que el investigador concluya que, en el mejor de los casos, lo máximo que podemos conceder es que existen en otras especies versiones embrionarias o meramente rudimentarias de dicha característica, pero que el fenómeno en toda su complejidad y desarrollo pleno se alcanza solo con el ser humano. Aún cuando este abordaje no posee nada objetable en sí mismo, y los méritos particulares deben ser analizados caso por caso, intentaré mostrar que la etología contemporánea (fundamentalmente la primatología) ofrecen una perspectiva que puede permitirnos pensar alternativas de abordaje que son, a mi juicio, más fructíferas desde un punto de vista hermenéutico.
A tal fin, reseñaré brevemente tres casos significativos de campos de estudio abordados por la etología: la presencia en otras especies de lo que podemos denominar “sentido de justicia”; la presencia de concepto de muerte; y la existencia de prácticas de castigo en las relaciones intraespecies. A diferencia de las posibilidades hermenéuticas que se abren a nuestra consideración al analizar tales enfoques, sugeriré que el abordaje antropocéntrico que suele estar latente en muchas lecturas filosóficas de estos problemas posee dos problemas fundamentales. El primero de ellos es que un abordaje que toma el sentido de justicia, el castigo o el concepto de la muerte como productos acabados, impide comprender la filogénesis del mismo (excepto como un subproducto de otra adaptación: a modo de ejemplo, la capacidad del lenguaje como subproducto de la especialización hemisférica en el homo sapiens, o del aumento de su superficie cortical). El segundo problema consiste en que un abordaje de ese tipo puede cerrarnos a la posibilidad de que, al menos en algunos casos, lo que aparece como un fenómeno unitario, como un producto final e irreductible (el lenguaje; el sentido de justicia; la teoría de la mente; etc.) pueda quizás estar compuesto de una pluralidad de componentes que sí se hallan ya presentes en forma plenamente desarrollada en otras especies.
En este sentido, tomar nota de la perspectiva adoptada por (buena parte de) las investigaciones etológicas nos abriría a la posibilidad de habituarnos a pensar los productos más complejos y magníficos de nuestra cultura y de nuestras relaciones intersubjetivas como habitados por una historia que precede ampliamente nuestra historia como especie, historia que se encuentra operando en dichos productos no como un mero vestigio inoperante, sino como una parte central de los mismos.
A tal fin, reseñaré brevemente tres casos significativos de campos de estudio abordados por la etología: la presencia en otras especies de lo que podemos denominar “sentido de justicia”; la presencia de concepto de muerte; y la existencia de prácticas de castigo en las relaciones intraespecies. A diferencia de las posibilidades hermenéuticas que se abren a nuestra consideración al analizar tales enfoques, sugeriré que el abordaje antropocéntrico que suele estar latente en muchas lecturas filosóficas de estos problemas posee dos problemas fundamentales. El primero de ellos es que un abordaje que toma el sentido de justicia, el castigo o el concepto de la muerte como productos acabados, impide comprender la filogénesis del mismo (excepto como un subproducto de otra adaptación: a modo de ejemplo, la capacidad del lenguaje como subproducto de la especialización hemisférica en el homo sapiens, o del aumento de su superficie cortical). El segundo problema consiste en que un abordaje de ese tipo puede cerrarnos a la posibilidad de que, al menos en algunos casos, lo que aparece como un fenómeno unitario, como un producto final e irreductible (el lenguaje; el sentido de justicia; la teoría de la mente; etc.) pueda quizás estar compuesto de una pluralidad de componentes que sí se hallan ya presentes en forma plenamente desarrollada en otras especies.
En este sentido, tomar nota de la perspectiva adoptada por (buena parte de) las investigaciones etológicas nos abriría a la posibilidad de habituarnos a pensar los productos más complejos y magníficos de nuestra cultura y de nuestras relaciones intersubjetivas como habitados por una historia que precede ampliamente nuestra historia como especie, historia que se encuentra operando en dichos productos no como un mero vestigio inoperante, sino como una parte central de los mismos.
Palabras clave
etología; primatología; antropocentrismo
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