Hasta el advenimiento del llamado “Siglo de Plata”, ese resurgir de la poesía rusa en los albores del siglo XX, las mujeres parecen estar ausentes en la arena literaria. Sin embargo, a lo largo del siglo XIX (y también del XX y el XXI) –es decir, en el período que abarcan las letras rusas modernas–, fueron las mujeres las encargadas de custodiar una memoria ligada a momentos históricos cruciales o a figuras insoslayables de las letras rusas. Desde las esposas de revolucionarios decembristas que siguieron a sus maridos a Siberia, como María Volkónskaia y Polina Ánienkova, pasando por las de célebres escritores como Dostoievski y Tolstói, hasta llegar sobre el fin del siglo a las revolucionarias como Sofia Kovalévskaia, Viera Zasúlich, Irina Kajóvskaia y Viera Fínguer, dejaron invalorables testimonios de su época.

En el siglo XX encontramos registros formidables como los dos libros de Recuerdos de Nadežda Mandelshtam o los Apuntes sobre Anna Ajmátova de Lidia Chukóvskaia. Menos resonantes, y siempre sobre grandes escritores, contamos también con ejemplos como el diario de Viera Búnina, los libros de recuerdos sobre Marina Tsvetáieva de su hermana Anastasía Tsvetáieva y de su hija Ariadna Efrón, los recuerdos de Evguenia Taratuta, los apuntes sobre Los ´ñultimos días de Venedict Eroféiev de Natalia Shmelkova, entre otros.

El trabajo propone un recorrido del que se extraen algunos rasgos fundamentales del género y se interroga sobre los porqués de este rol asumido en general por las mujeres.