Última modificación: 2021-09-02
Resumen
La cuestión de la función del arte en la utopía representa un problema abordado desde múltiples perspectivas filosóficas y literarias ¿Qué puede proponer el artista en un mundo perfecto? El placer estético ¿será el único reducto para el arte en la utopía como propone Hegel? o por el contrario ¿al desaparecer las inquietudes de la humanidad también desparecerá el arte, como sugiere B. F. Skinner?
Estas preguntas adquieren una resonancia particular si se considera el rol activo que tuvo el escritor en la sociedad rusa que, si bien en su origen estuvo relacionado con la nobleza, no dejó de ser un eco de las diferentes situaciones sociales en las que vivió y participó.
El presente trabajo parte de las obras Ladomir de Velimir Jlebnikov, Viaje de mi hermano Aleksei al país de la utopía campesina, de Aleksandr Chayanov, y Nosotros de Evgueni Zamiatin para ver como la literatura rusa respondió a estas y otras cuestiones relacionadas con la función social del arte en los primeros años del Siglo XX. Dichos textos coinciden con el advenimiento de un nuevo modelo económico, político y social en Rusia, de la mano de la revolución bolchevique en octubre de 1917 y la posterior fundación de la URSS.
La hipótesis que nutre este trabajo es que las tres obras del corpus permitirán delinear tres momentos o posiciones del artista en relación directa con la utopía: primero, como intérprete del porvenir con una función más o menos activa; luego como artífice y partícipe de la utopía; finalmente, en un rol atrofiado, como mero elemento decorativo, disociado de su contexto social.