Eventos Académicos, I Encuentro Nacional sobre Utopías y sus Derivas

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Vladimir Maiakovski: un utopista malogrado entre el futurismo y la Revolución
Rodrigo Javier Álvarez

Última modificación: 2021-08-12

Resumen


En 1912, Vladimir Maiakovski publica junto a David Burliuk, Velemir Chlebnikov y Aleksej Krycenych el manifiesto Una bofetada al gusto del público. Su radicalidad rupturista reclama el derecho de los poetas a “odiar inexorablemente la lengua que ha existido antes que ellos” (1974:11), demanda que se mantendrá vigente en el desarrollo de la obra temprana de Maiakovski. Cuando el poeta ataca al arte no se limita a impugnar a las expresiones artísticas pasadas en el plano estilístico, sino que denuncia la separación del arte como institución de la praxis vital social. Si el autor arremete contra el canon literario, es para denunciar que las obras de arte canonizadas devienen en un valor estético pasivo, osificado y estéril.

La novedad de los poemas futuristas de Maiakovski respondió a la novedad de la Revolución rusa, pero la base sobre la que maduró su estilo no fue el colectivismo proletario sino el mismo individualismo pequeño-burgués que le dio origen. Así, la obra de Maiakovski encontró su mayor inspiración en la fase temprana, destructiva y negativa de la revolución. Su poesía fue una protesta contundente contra un sistema en crisis que debía ser derrumbado para dar lugar a una renovación social. Para el poeta, la revolución devendría en una verdadera utopía socialista en la que vida y arte se fundirían.

Mientras duró la lucha contra el régimen antiguo, odiado por obreros y no obreros por igual, Maiakovski se unió orgánicamente con las masas revolucionarias. Si el poeta estuvo dispuesto a entregar sus versos a la revolución es porque encontró su momento ideal en el caos, cuando la rutina que detestaba había sido desplazada y el hábito sofocante había sido abandonado. Sin embargo, tener un enemigo en común no fue condición suficiente para que los líderes de la revolución acepten a Maiakovski como miembro pleno del movimiento proletario. Su obra fue muy criticada y eventualmente, despreciada.

El fin del momento heroico de la revolución cambió la actitud del poeta. El período post-revolucionario expuso a un Maiakovski aún leal pero cansado, desencantado de un Partido cuyos proyectos eran muy distantes de los ideales del poeta. La misma revolución que Maiakovski concibió como un proyecto utópico acabó decepcionándolo y decepcionada de él. Finalmente, la brecha entre la revolución idealizada y el advenimiento de una realidad muy distinta a lo esperado acabaron con el poeta utopista.


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