Eventos Académicos, I Encuentro Nacional sobre Utopías y sus Derivas

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Mary Astell: La educación de las mujeres… ¿una utopía?
María Elena Pontelli

Última modificación: 2021-08-11

Resumen


El propósito de trazar un vínculo entre utopía y feminismo en la Modernidad nos lleva a considerar las propuestas de Mary Astell. Reconocida como “la primera feminista inglesa”, no sólo produjo material escrito de gran valor para contribuir a la lucha de las mujeres por la emancipación sino que también nos legó ciertos registros de su praxis comunitaria a la hora de poner en marcha su proyecto utópico. En este sentido, el objetivo principal del trabajo es de analizar en qué consiste la dimensión práctica de la propuesta de Astell y de qué manera se presenta como la vía regia para concretizar la utopía de vivir en un mundo igualitario. Astell acentuó el impostergable derecho de las mujeres a una vida digna, cuya clave para efectuarla sería a través de la educación, dejando así una huella en el camino hacia la conquista de metas más ambiciosas y radicales, que se tornarían realidades tangibles a partir del siglo XIX. Esto demuestra –desde una perspectiva histórica– de qué modo, lo que era un proyecto utópico puede ir contribuyendo al desarrollo de los acontecimientos que pujan por subvertir el orden establecido. Otro de los objetivos es el de justificar por qué la obra de Mary Astell puede enmarcarse dentro del género utopía. Siguiendo la línea investigativa que toma los aportes conceptuales de Mannheim respecto a dicha noción, nuestra hipótesis es que la filosofía de Astell se circunscribe a un proyecto utópico. Al tomar conciencia de la desigualdad que atraviesa a las mujeres, comienza su intento por trascender esta realidad hasta lograr un orden que sea radicalmente otro; lo cual implica afectar simultáneamente el modo de “experienciar”, “pensar” y “actuar” respecto del mundo. La utopía, en este sentido, va más allá de lo dado y trasciende el ser, al mismo tiempo que dota de sentido toda praxis humana que apunte a alcanzarla. En efecto, luego de un certero diagnóstico del presente fáctico es preciso construir un mundo totalmente diferente a este. Un mundo que, en tanto no-es, es utópico pero que, al ser vislumbrado como posible y preferible, cambia cualquier perspectiva conformista de lo que es. El pliegue hacia el pensamiento utópico, por parte de las mujeres en lucha, se justifica en tanto y en cuanto comienzan a soslayarse prácticas alternas al orden patriarcal.


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