Última modificación: 2020-04-14
Resumen
“Jolstomer” de L. Tolstói y “Angustia” (“Тоска”) de A. Chejov fueron publicados en el mismo año, 1886, en que se inventaron, simultáneamente a 100 kilómetros de distancia en Alemania, los primeros automóviles. Ambos inventores unirían luego sus empresas para fundar Mercedes Benz. El caballo, claro está, era todavía omnipresente, pero la fecha puede leerse simbólicamente como la divisoria entre un antes y un después del automóvil que expulsó a los caballos, compañeros “eternos” del hombre, para siempre de las ciudades. Cuando Maiakovski, que algo sabía de Futurismo y se distanciaba de Marinetti y su amor por la velocidad, escribe en 1918 “Buena relación con los caballos”, los caballos aún circulan, pero ya junto a las máquinas (el Ford T, el “auto del pueblo”, es de 1908; Lenin da un discurso en 1917 sobre un tanque de guerra). La fecha, por otra parte, también es bisagra de un antes y un después de la revolución. Ahora bien, los tres textos nos dan una relación con los animales diferente de la que plantea J. Berger en “Why Look at animals?” (About looking, 1980). El de Tolstói porque, si bien mira al pasado, no lo hace a partir de una relación de convivencia con los animales, sino a través de una manipulación simbólica que extrae sus procedimientos de la sátira clásica. Chéjov y Maiakovski, por el contrario, con más sensibilidad a los cambios de época y porque sus momentos históricos les permiten quizás ver el pasado e intuir a la vez el futuro que pinta Berger, escapan tanto de la mutilación cartesiana como de la proyección especular. El presente trabajo está dedicado a explorar estas diferencias.