Heredera del mito, la épica- ya sea seria, ya sea paródica- es uno de los géneros fundamentales de la literatura. Con recursos lingüísticos, propios de la oralidad, lo mítico y heroico conserva esas particularidades al trascender los límites temporales y espaciales. Aquellos cantares de gesta extensos y graves, orales, plagados de epítetos y fórmulas memotécnicas para ser recitados, cantados y oídos, devienen imagen visual en series y videojuegos. J. R. R. Tolkien con El señor de los anillos y los juegos de plataforma Assassin’s Creed, God of war o The witcher son algunas de las manifestaciones visuales que conservan dichas características y se enarbolan nuevamente con George Martin y Game of thrones. Elementos fantásticos o maravillosos de la épica griega, anglosajona y germano-escandinava que acompañan al bellator o bellatrix, junto con las novelas de caballería, se reafirman y se constituyen como nuevas formas de la épica. Las argonáuticas, La Odisea, Amadís de Gaula, Beowulf, El cantar de los Nibelungos no son textos cristalizados, clásicos, acabados, sino que, se resignifican, transformados, trascienden, se enlazan y perviven en la modernidad tecnológica.