En El amor al nombre. Ensayo sobre el lirismo y la lírica amorosa (1997), la poeta y teórica francesa Martine Broda se ocupa de deshacer la idea clásica sobre el lirismo como una expresión enfática del yo y señala que, para la lírica, de lo que se trata es del deseo y, más específicamente, del deseo de un nombre. Sustitutos de lo innombrable, los significantes Beatrice o Laura dibujan, en la poesía lírica, un objeto imaginario que se aleja, inaccesible, en cada invocación. A pesar del relativo consenso teórico en torno a la agonía del Eros en la contemporaneidad (Byung-Chul Han, 2014; Alain Badiou, 2016), encontramos, en una zona de la poesía contemporánea argentina, un retorno a la lírica amorosa entendida como metonimia del deseo (Broda, 2006: 82) o declaración fantasmática (Barthes, 2014: 92). El objetivo de esta ponencia es leer, en tres textos recientes de poetas argentinos (Osvaldo Bossi [Agüita clara, 2020], Mariano Blatt [Mi juventud unida, 2015] y Julián López [Meteoro, 2020]), el deseo homoerótico como enunciación pretérita que empuja el objeto hacia el pasado y se hace eco del amor al susurrar, derrochar o borrar los contornos de un nombre que se inscribe firmando, al mismo tiempo, la marca de su ausencia.