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La pregunta sobre los diversos modos en que impactan los procesos de cambio en las subjetividades y los cuerpos en este Siglo XXI nos dirige directamente al problema de la identidad (sexual). En los intersticios de esta relación tensionada puede ubicarse la figura del monstruo, instancia límite de representación históricamente ligada a lo abyecto. Pensando en la función social asignada al género de terror a través de los tiempos, es posible interrogar con perspectiva de género la emergencia de sujetos literarios que adoptan la monstruosidad como gesto liberador en textos como Yo Monstruo mío (Susy Shock, 2011) y El Animal sobre la piedra (2008), de la escritora mexicana Daniela Tarazona. Las reapropiaciones queer sobre lo monstruoso, con su correspondiente rechazo a la normatividad heterosexual “¡que otros sean lo Normal!” (Shock: 2011), actualizan respuestas a una pregunta que ya ha sido señalada claramente por Rosi Braidotti: “¿cómo puede librarse a la diferencia de la carga negativa que parece haberse construido sobre ella?” (Braidotti: 2005). En el caso de Tarazona, la metamorfosis que experimenta la narradora en su viaje hacia la animalidad es descripta en base a un enfoque post-humanista, los procesos que transforman los cuerpos posibilitan devenires hacia el propio deseo. Ambas experiencias de escritura aportan nuevas relecturas sobre la diferencia, ya sea a partir de la irrupción de una mirada queer o a través del aprovechamiento de las posibilidades literarias que brindan las metamorfosis y mutaciones de lo humano, articuladas aquí y ahora en términos positivos.