Última modificación: 2022-07-30
Resumen
En las últimas dos décadas se puede reconocer en el campo literario nacional la impronta de la reflexión sobre la violencia de género. Entre las ficciones que han generado mayor atención en la crítica académica y peri9ooooiodística, podemos destacar El trabajo (2007), de Aníbal Jarkowski, Le viste la cara a Dios (2011), de Gabriela Cabezón Cámara, y Chicas muertas (2014), de Selva Almada, como claros exponentes de una narrativa que dialoga con los imaginarios en disputa acerca de la violencia contra las mujeres. Dentro del extenso corpus que se puede elaborar, una línea muy presente es la de la ficción sobre trata de mujeres para la explotación sexual: este tipo de narrativa se despliega, por un lado, en ficciones históricas que remiten al periodo de fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, en el que hubo en nuestras principales ciudades un asentado mecanismo de captación, traslado y explotación de mujeres pobres de, ante todo, Europa del este; y, por el otro, en ficciones que buscan reflexionar acerca de la situación actual de la trata de personas en Argentina. Para esta presentación, me concentraré en la novela Sangre kosher (2010), de la escritora María Inés Krimer. Esta novela es la primera de una trilogía, compuesta además por Silicona express (2013) y Sangre fashion (2015). En Sangre kosher, una novela negra con instantes de sugestiva declinación hacia el horror, se conjugan ambas líneas históricas arriba presentadas, la de principios del siglo XXI y la de principios del siglo XX. Me interesa enfocarme particularmente en el campo semántico y narrativo de la memoria (muchas veces subterránea, por culpa del silenciamiento y del olvido forzado), puesto que, primero, encuentro factible pensar esta novela como una valiosa articulación, dentro del corpus, entre ambas líneas narrativas (la histórica y la actual) y, segundo, porque considero de particular interés pensar la memoria y el archivo como los nodos significativos que despliegan en Sangre kosher el valor de horrorismo (según la concepción de la filósofa Adriana Cavarero) que da una resignificación al género negro de la trilogía de María Inés Krimer.