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Glaxo (2009) es la segunda novela de Hernán Ronsino. Dividida en cuatro partes, se trata de una novela polifónica en la que hablan distintos personajes cuyas vidas transcurren en un pueblo en la Provincia de Buenos Aires. Las narraciones alternan sucesos en los que los personajes están directa o indirectamente involucrados y todos tienen acceso apenas a su mirada de los hechos. En consecuencia, las narrativas se vuelven fragmentos de miradas que solamente alcanzan a ser parciales, ya que los personajes no pueden llegar a comprender la totalidad de “lo real” (de la ficción) con sus múltiples puntos de vista posibles. Cabe entonces al lector armar este rompe-cabezas de voces y temporalidades distintas y atribuir sentido a esos fragmentos de tiempo; se sitúa, así, como espectador privilegiado. Las diferentes temporalidades conviven en la novela. La temporalidad que Josefina Ludmer llama “[e]l tiempo lineal de la nación histórica […]: un tiempo a servicio del control social” (2010: 45) está asignada sobre todo por las fechas y cortes temporales que no son arbitrarios, sino elegidos con cuidado en una narrativa que pone en evidencia la violencia y el terrorismo de Estado en el cotidiano de sus personajes. Además, cada relato crea una temporalidad asociada a subjetividades distintas. Entonces, yuxtapuestos y sobrepuestos al tiempo de la nación, hay otras temporalidades no cronológicas (la del sueño, la de la memoria) y, principalmente, la de la literatura misma. Por lo tanto, en esta comunicación se analizará cómo se constituyen las diferentes temporalidades en la novela, considerando que, pese a la presencia de tiempos distintos, el presente predomina y contamina a las demás temporalidades.

literatura argentina contemporánea; temporalidades; presente