Eventos Académicos, I Jornadas de Jóvenes Hispanistas

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Los ejemplos I, XXIV y XXV del Libro del conde Lucanor: la prueba como experimento
Juan Harari

Última modificación: 2021-02-22

Resumen


Normalmente, como sostiene Eloísa Palafox (1998), en el Libro del conde Lucanor, los personajes que son incapaces de reconocer una necesidad moral son forzados a reconocerla a través de la ficción de un fabulador interno. Estos personajes, “ʻvíctimasʼ de la ficción”, son ‒según Palafox (1998: 72)‒ los émulos de los malos lectores mencionados por don Juan Manuel en el prólogo. Esa ficción interna tendría, entonces, una función aleccionadora. Pero, respecto de esta norma, hay ejemplos que marcan una singularidad: I, XXIV y XXV. En esos ejemplos, la dimensión aleccionadora de la prueba no está en primer plano. En cambio, lo que se valora es la prueba como medio para llegar al conocimiento, más que como medio para aleccionar. De ahí que la prueba en estos ejemplos tenga una función particular: se trata casi de un experimento. Así, por un lado, en esos ejemplos, la prueba como medio para llegar al conocimiento participa de la “ética del saber” juanmanuelina al jugar un rol en la inversión de la jerarquía del linaje sobre el saber (Palafox, 1998). Porque, dada esa función de la prueba, lo que se valora es el entendimiento y el saber. Y, sobre todo, porque si el que ejecuta la prueba es un poderoso, tal personaje demuestra ser un modelo positivo de gobernante justamente por gobernar con buen entendimiento, es decir, a través de la búsqueda del saber. Pero, por otro lado, tal valoración de la prueba como medio de conocimiento por encima de su función aleccionadora supone, a la vez, una ruptura del esquema didáctico: una alteración de los roles del que enseña y del que aprende, del fabulador y del lector. Así, por esa ruptura del esquema didáctico, también el orden del saber se ve erosionado.

Palabras clave


don Juan Manuel; prueba; saber; entendimiento; lectura

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