Última modificación: 2018-11-27
Resumen
Algunas narraciones actuales, tanto desde la literatura como desde el cine, coinciden en revisar formas de espacialidad que evocan el pasado y resultan tanto más inteligibles cuando más borroneadas están por esa mirada del presente. Espacialidades espectrales, irreales, son construidas por estos textos a partir de un entramado de ecos. Se traman a partir de los susurros de los cuentos que nos narraban en la infancia, que oscilaban entre la admonición y el consuelo del final feliz, ambos elementos indispensables para el encarrilamiento de las dispersas conductas infantes. Sin embargo, sus aspectos más ominosos vuelven y se infiltran muy a pesar de la lógica que la subjetividad adulta desea sostener. El espacio físico, construido desde las fallas, los vacíos y los imperativos que impone la Ley bajo la figura del Padre, funciona en espejo con los espacios escriturales. Narrar desde los resquicios que aun abre la infancia implica armar un mapa de esa subjetividad. El presente trabajo abordará la novela de Mariana Docampo, El molino (2007), que evoca una infancia en un espacio en apariencias idílico, en Zárate, provincia de Buenos Aires. La novela parece estar en diálogo con la película de Lucrecia Martel, La ciénaga (2001), escenificada en la provincia de Salta, con sus familias numerosas y una cantidad indeterminada de niñxs pululando por un paisaje que no tiene nada de inocente. La vinculación entre religión e infancia apuntan contra la figura degradada del pater familias, triangulada a su vez con una mirada sobre la naturaleza que parece renegar de toda idea de paraíso original. Ambas coinciden también en una crítica velada a los autoritarismos del siglo XX, responsabilizando a la cultura patriarcal de haberles dado sustento y marco ideológico a través del discurso religioso. A eso se suma, la posibilidad de abrir un espacio de libertad en la fluctuación de los cuerpos más allá de una férrea normativa heterosexual. La mirada infante desgarra una vez más los sistemas de representaciones y se abre su paso leve, pero seguro.