La ficción es un territorio que capta y aglutina de modo exponencial las diversas modulaciones de la imaginación social y por esta razón resulta un espacio propicio para indagar sobre las figuras, los modos y las voces que ha tomado a lo largo del tiempo la identidad y el deseo lésbico. Un deseo confinado al silencio por lo que tiene de revulsivo  en tanto cuestiona los órdenes establecidos, un estilo de vida que socava los cimientos de la heterosexualidad obligatoria  y disloca los roles y estereotipos genéricos arraigados por la cultura falogocéntrica. Este impulso subversivo que cuestiona los mecanismos de poder y las coerciones sociales extendidas hacia  los modos de vida ha sido siempre silenciado e invisibilizado por nuestra cultura. De manera que la literatura ha mostrado permanentemente estas tensiones sociales traducidas en formas más o menos indirectas, oblicuas, sutiles o explícitas de contar los itinerarios, fábulas y circuitos deseantes de una identidad que siempre fue llamada a silencio. Me interesa detenerme en esta ocasión en aquellas representaciones de la lesbiana que articulan disidencia sexual y ficción política para leer en textos de Saccomano, Aira, Massuh y Cabezón Cámara las significaciones políticas que cobra el cuerpo lesbiano. El bombardeo a Plaza de mayo del 55, el consumismo de los 90, la crisis del 2001 y los desalojos del presente, respectivamente, muestran cómo se politiza el cuerpo lesbiano y adquiere fuertes sentidos de resistencia. La construcción de esta serie literaria permite leer el espacio de emergencia de una voz disidente y contrahegemónica que potencia los sentidos  revulsivos y políticos que adquiere la lesbiana en estas ficciones del presente.