Última modificación: 2018-11-27
Resumen
La llamada “prensa gráfica femenina” constituye un universo discursivo que configura una imagen doble de enunciataria, ya que si todo discurso prevé su enunciatario sobre la base de su estructura de “materialidades” tipológico-genéricas, temáticas y estilísticas, un discurso que se construya destinado a “las mujeres” construirá, asimismo, las huellas de un itinerario enunciatario pasible de ser “leído” en los pliegues del texto, que son, a su vez, resonancias sutiles del contexto. Por otro lado, hablar de enunciatario/a es, también, hablar de enunciador/a. No abordaremos uno/a sin aludir al otro/a. Y cuando nos referimos a “resonancias del contexto”, las consideramos en sus derivas, desplazamientos y discontinuidades. Además, un discurso “habla” sobre su contexto, pero tal contexto que le es contemporáneo “carga”, a su vez, con el peso de una extensa historia de sedimentaciones culturales que, como ya lo ha observado Judith Butler (2008), performativizan la materialidad de lo que es la (una) mujer. Así, el dialogismo texto/contexto no es unívoco ni lineal, pues se trata de una relación errática. ¿Bajo qué modalidades de “reflejos” desplazados este tipo de prensa construye sus instancias de enunciatarios femeninos? ¿El enunciador construye literalmente las nuevas apelaciones de contextos socialmente novedosos o, por el contrario, deja traslucir los relieves de andamiajes histórico-culturales más amplios (y previos, pretéritos) que los que sostienen la inmediatez de las coyunturas de un determinado período?
Nos proponemos analizar algunos rasgos de las modalidades en que la prensa gráfica denominada femenina “entraña” figuraciones de mujer y “lo femenino” en el marco del peronismo clásico en comparación con la década del 60, a fin de desocultar las distancias entre el “decir” implícito de la enunciación y lo “obvio” de lo “dicho”. Para ello, apelaremos a las herramientas propias del Análisis del Discurso enmarcado en la Teoría de la Enunciación fundada por Émile Benveniste (1971, 1979) y reinterpretada por las reformulaciones y enriquecimientos de Catherine Kerbrat-Orecchioni (1986), pero pudiendo operar, asimismo, con cualesquiera otras herramientas que, en función de este análisis, consideremos pertinentes.