Ausonio entre los años 380-383 d. C. escribió el poema Cupido Cruciatus, mientras se encontraba en Tréveris[1]. Él, en la carta dedicada a Gregorio[2], que funciona a modo de praefacio, explica que una pintura mural en el triclinio de Zoilo fue su fuente de inspiración. El poeta presenta una versión particular de determinadas heroínas míticas reunidas en el Campo de los Lamentos (v. 5), quienes, tras encontrarse con Cupido que vagaba distraído, lo capturan y torturan. El dios es reconocido en el texto como el culpable de sus trágicas aventuras amorosas. Es en este entramado que las heroínas cumplen un rol fundamental, ya que son presentadas en el segundo verso como amentes amantes, focalizando el tópico del furor, propio de las mujeres en la literatura latina. Esta condición de mujeres, que han perdido la razón por el amor y se hallan desbordadas por los recuerdos, es lo que las lleva a considerar a Cupido como un culpable (reus) e iniciar lo que pareciera ser un proceso judicial a partir del verso 45. En consecuencia, a través de este trabajo se pretende analizar el carácter judicial del poema, reflejado tanto en el vocabulario como en el castigo que recibe el acusado Cupido por sus crímenes. El acto cometido por ellas no parece ser simplemente la realización de una venganza, sino también un procedimiento judicial liderado por mujeres que se encuentran en condiciones particulares: el lugar donde se lleva a cabo es el mundo de ultratumba; sin embargo se trata de mujeres que se encuentran privadas de la mens, elemento fundamental para poder encarar un procedimiento de este tipo; por último, hay un castigo que se lleva a cabo: fijar al reus a un árbol de mirto y azotarlo hasta que sangre. Además, es destacable que ellas no actúan solas, sino que se presentan en masa a la hora de hacer cumplir la sentencia. Por lo tanto, se buscará visibilizar cuál es el rol de lo femenino en relación con un mundo que, en principio, pertenece a la esfera del ámbito masculino entre la ciudadanía romana.

[1] H. G. Evelyn White (1919: xx).

[2] Próculo Gregorio fue un allegado de Ausonio que realizó una carrera política y con quien compartía el gusto por las “bellas letras”. Cf. SIVAN H., op. cit., 1992, p. 126.