A partir de las leyes de Educación Sexual Integral –2.110 en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y 26.150 a nivel nacional– el trabajo y esfuerzo individuales de quienes ya veníamos incluyendo temáticas de sexualidad con perspectiva de género en nuestras clases, fue paulatinamente tornándose más visible y, sobre todo, más legítimo. Las normativas recuperan el tema y lo habilitan como un derecho, posibilitando su incorporación en las currículas escolares, y a la vez, convalidando las experiencias que ya estaban funcionando.

A diez años de su sanción, la implementación da cuenta de una diversidad de estrategias y formatos que incluyen desde espacios específicos –talleres extracurriculares, charlas informativas a cargo de personal médico, debates con las familias, “visitas” a los centros de salud– para el tratamiento de temáticas vinculadas a la(s) sexualidad(es) hasta propuesta de abordajes más integrales que incorporan los contenidos de ESI a la enseñanza de las asignaturas. Esta última modalidad permite anticipar transformaciones curriculares más profundas en tanto promueve una reflexión crítica de la conformación tradicional de las disciplinas escolares, a la vez que demanda un compromiso mayor por parte tanto de lxs docentes e instituciones para diseñar e implementar las propuestas, como de las gestiones gubernamentales para incentivar y sostener estas iniciativas con capacitación docente, desarrollo de lineamientos curriculares y producción de materiales.

En este contexto, el presente trabajo recupera una experiencia que tuvo lugar durante el ciclo lectivo 2016 en el Taller de Educación Sexual Integral –espacio curricular de cursada obligatoria que forma parte del campo de la formación general del plan de estudios de los profesorados de nivel terciario– a fin de analizar cómo los intereses, inquietudes y voluntades individuales e institucionales encuentran límites y posibilidades en las normativas, en los documentos curriculares y en los materiales disponibles a la hora de pensar propuestas de enseñanza para campos disciplinares que históricamente no se vieron interpelados por las temáticas de género y sexualidades.

Asimismo, incorporando los aportes que las epistemologías feministas, propongo poner en tensión los sentidos que se encuentran (y desencuentran) al problematizar la conformación androcéntrica de los campos disciplinares e intentar construir una pedagogía feminista para la enseñanza de las ciencias exactas y tecnológicas.