El rock como una construcción colectiva nos puede llevar a la reflexión de un sinfín de enunciados. La cultura popular de la cual el rock forma parte, no se encuentra aislada de los acontecimientos sociales, políticos e ideológicos que las sociedades atraviesan en determinados momentos históricos. Configurándose así un entramado articulado e integral entre las formas de sentir, pensar, hacer y el rock como cultura.

Como uno de los fenómenos de masas más importantes, el rock trae consigo formas de identificación, códigos propios y subjetividades colectivas que trascienden lo musical y artístico. Las formas de relacionarse, modos de socialización, la mística propia, el rock como acto de rebeldía, liberación, conocimiento, aguante o transformación y su vinculación a la formación de sujetos sociales son tan sólo algunos de los planos que pueden llevarnos a reflexionar acerca de su construcción como acto en comunidad.

A su vez, como terreno de disputa en donde diversos intereses pueden ponerse en juego, el rock se traducirá como expresión de aquellos conflictos, e incluso sectores sociales particulares, abriendo lugar a las tensiones propias de los objetivos de lo que será la configuración de sujetos, subjetividades y sentido.

La búsqueda por la reflexión acerca del rock como acto humano-creativo, de construcción identitaria y como productor de emociones y pensamientos, formas de comprender y estar en el mundo, son parte de las reflexiones de interés aún vigentes, sobre todo desde aquellas perspectivas que buscan del rock un martillo para transformar y darle forma a la realidad.