El exterminio de seres humanos ajenos al ideal racial nacionalsocialista no se desató repentinamente, sino que constituyó un proceso gradual de toma de decisiones, en gran medida condicionadas por el contexto bélico mundial.

Las principales víctimas de estos designios ideológicos indudablemente fueron los judíos europeos, no obstante, la puesta en práctica de dicha categorización racial supuso la ejecución de un programa destinado a aquellos alemanes arios con problemas congénitos o portadores de enfermedades incurables. De esta forma se colocaba a la eugenesia al servicio del principio de la supremacía racial aria, eliminando a aquellas “vidas indignas de ser vividas”, como parte de la denominada aktion T4.

Además de la naturaleza dicho programa, resulta sumamente relevante analizar sus aspectos organizativos, que incluyen un entramado burocrático, como así también su puesta en funcionamiento, debido a que los métodos de exterminio y el tratamiento de los cuerpos de las víctimas fueron reconfigurados y optimizados para la posterior aplicación de la Solución Final.

Finalmente, transitando este proceso queda en tela de juicio el rol de los médicos y la deformación del juramento hipocrático inherente al ejercicio de su profesión, convirtiendo a la muerte en un medio necesario para realizar investigaciones científicas.