Tamaño de fuente: 

A 40 años del golpe militar que dio inicio en la Argentina el funesto período del Terrorismo de Estado, parece oportuno revisar la producción de Norberto Gómez, uno de los artistas que ha contribuido con más eficacia a delinear los perfiles de la escultura contemporánea y que, sensible al tiempo que le tocó vivir, abordó sin reservas todas las acepciones de la violencia: desde la vulnerabilidad del cuerpo escarnecido en sus series de las tripas y los despojos (1977-1983), así como aquellos instrumentos gestados para la agresión y la tortura como el conjunto de las armas (1984-1985), piezas conmemorativas que culminan con Torres de la memoria, obra monumental emplazada a fines del 2012 en el Parque de la Memoria de Buenos Aires. En estos, como en casi todos sus trabajos, Gómez utilizó una serie de recursos identificados por la teoría contemporánea como neobarrocos, entre los que se cuentan la fragmentación, la exhibición de lo monstruoso, el desborde expresivo, la teatralidad del simulacro y las paradojas del artificio, a lo que suma destreza técnica, dominio de los materiales y una infatigable imaginación alimentada en el intenso diálogo que entabla con su realidad cotidiana. Con estos elementos construye metáforas poéticas de aquello que parece no poder decirse por la consternación que provoca el horror, pero que este artista expone con el apremio de lo ético y la persuasión de lo estético.

artificio; fragmento; memoria