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Las imágenes de la violencia son un lugar común. Se producen, se les da visibilidad pero  sabemos que hay otras que se evitan. Como docentes, seleccionamos lo que ponemos a disponibilidad de la mirada de los otros, en este caso, alumnos, y esa disponibilidad que decidimos pedagógicamente, implica siempre una visión política, una mirada particular sobre nuestra sociedad. Las imágenes pueden invitarnos a participar de acciones colectivas, que busquen manifestarnos, haciendo públicas nuestras posiciones, poniendo a resguardo el límite de nuestra tolerancia. El arte, con sus múltiples lenguajes, nos permite profundizar en estas visibilidades/invisibilidades que la sociedad contemporánea nos presenta. Desde los espacios formadores puede recuperarse un emergente social y tornarlo objeto de reflexión y acción artística. Las mismas instituciones pueden transformarse en “espacios porosos” y con capacidad de asumir una posición crítica y problematizadora sobre los sucesos “que nos pasan”. Ponderar una situación de alta resonancia social y promover en torno a ella una acción artística donde se encuentren implicados los textos producidos, el cuerpo, la música, etc. implica motorizar la ampliación del conocimiento y activa procesos de sensibilización, reflexión y acción.

acción artística; mirada; formación docente