Última modificación: 2017-07-16
Resumen
Las ideas y prácticas educativas de Simón Bolívar y Simón Rodríguez, en el momento de auge del poder del Libertador, mientras ocupaba simultáneamente los cargos de presidente de las repúblicas de la Gran Colombia y de Bolivia (Alto-Perú) y de Dictador del Perú, son aquí analizadas centrándonos en el período en que su amigo y maestro estuvo con “este gobierno, que lo tiene empleado en arreglar la educación pública de esta República”. Esta propuesta se inserta dentro de una perspectiva de la historia de las ideas que busca comprender sus contribuciones dentro de la red de sociabilidad intelectual conformada por las personas del gobierno y los que debían instaurar las nuevas instituciones de estas repúblicas recién establecidas, con especial atención a estos dos importantes pensadores de las primeras políticas públicas de educación popular en América Latina.
El Director General de Enseñanza Pública Simón Rodríguez, ejerció una influencia ideológica importante en la formación y en la administración del General Bolívar, como puede ser percibido por la defensa de las ideas como en la de “la presidencia vitalicia que le había inoculado su maestro Simón Rodríguez”; y de la unión de los pueblos americanos – “Borren las divisiones territoriales de la administración Colonial, y no reconozcan otros límites que los del Océano” – entre otras, de las cuales nos interesa principalmente las relativas a la educación pública.
El decreto firmado en Cuzco el 8 de julio de 1825, dio inicio a la legislación educativa anticlerical aplicada en el Perú y en Bolivia por Bolívar y Sucre, cuya autoría puede ser atribuida a Rodríguez quien fue responsable de este ramo, y a la vez se volvió el principal objetivo de la obstinación y sabotaje por parte de grupos conservadores, en la medida en que destinaba fondos de bienes expropiados de órdenes religiosas al financiamiento de la enseñanza pública. En Bolivia, el principal Decreto sobre educación data del 11 de diciembre de 1825, el mismo determinó que para los fondos de los establecimientos públicos de enseñanza y de beneficencia se destinasen todos los impuestos de inmuebles, derechos, alquileres y acciones de capellanía. Aquí se puede percibir el esfuerzo de Simón Rodríguez en democratizar la educación, pues él defendía que se debía dar la misma atención a todos los niños a fin de instaurar los valores republicanos en las nuevas generaciones de ciudadanos.
Este sentimiento [del deber] nace del conocimiento que cada uno tiene de sus verdaderos intereses; y para adquirir este conocimiento debe haber Escuela en las Repúblicas… y Escuela para todos, porque todos son ciudadanos. De la combinación de sentimientos forma cada hombre su conciencia, y por ella regla su conducta. En sociedad cada individuo debe considerarse como un sentimiento, y han de combinarse los sentimientos para hacer una conciencia social. […] todavía no se ha empezado a formar la conciencia Republicana, paraqué los pueblos se sientan capaces de dirigirse por sí. […] Hagan los Directores de las Repúblicas lo que quieran; mientras no emprendan la obra de la Educación Social, no verán los resultados que esperan.