En pos de la emancipación del pasado colonial y de la construcción del estado-nación argentino, la escuela y los maestros jugaron un papel fundamental. En efecto, para poder acceder al “mundo civilizado” era indispensable contar con docentes formados sistemáticamente en instituciones específicas, las Escuelas Normales.

Focalizando en los maestros y las maestras de escuela primaria, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, en esta ponencia trabajaremos alrededor del concepto de vocación docente. Partimos de considerar que esta noción ha sido escasamente explorada, quedando muchas veces confinada a ser la contracara de la profesionalización del magisterio. Esta perspectiva fue abonada por lecturas que priorizaron las reminiscencias religiosas de esta categoría, así como su asociación con aspectos tradicionales del oficio.

Teniendo en cuenta algunos enfoques teóricos recientemente producidos dentro del campo de estudio de los afectos y las emociones, ensayaremos otras hipótesis relativas a la vocación docente. Por un lado, resaltando sus vínculos no solo con la abnegación y el sacrificio, sino también con el gusto y el entusiasmo, entenderemos a la vocación como una categoría afectiva, considerando que el afecto liga, “pega” y produce adhesiones a distintos objetos, en este caso, al oficio docente (Ahmed, 2004). Por otro lado, veremos cómo la vocación se encuentra en una tensión entre lo “formable” y lo “no formable”. Esto es, además de suscribir a los postulados del “llamado” y de las aptitudes innatas, las instituciones formadoras de maestros abogaron por producir y acrecentar esta emoción, la vocación, en los candidatos a maestro. Por último, en contra de las explicaciones que conciben a la vocación como un elemento que contribuye a la despolitización del oficio, destacaremos su carácter político, sobre todo en los momentos fundacionales del magisterio.