Última modificación: 2017-07-17
Resumen
En el año 1930 se produjo la visita del pedagogo Adolphe Ferrière a la Argentina, en el marco de una gira internacional que lo llevó por España, Portugal, y distintos países de América Latina. La visita de Ferrière se enmarcó en sus actividades como publicista del movimiento de la escuela nueva. Particularmente, desde 1920, con el establecimiento de la Oficina Internacional de Educación, Ferrière se dedicó a la difusión de las ideas de la escuela nueva. Esa actividad de propaganda y de enlace internacional se vio potenciada con la publicación de Pour l’ere nouvelle, revista consagrada a las ideas pedagógicas escolanovistas que tenía representaciones locales en diversos países. Argentina no era la excepción, siendo la articulación la revista La Obra.
La Obra fue una empresa editorial de un colectivo de docentes y pedagogos escolanovistas, que apareció en el año 1921 como una herramienta para el trabajo de los docentes en el aula, con una importante sección sobre didáctica práctica y actividades en el aula, pero también para la difusión de la pedagogía escolanovista, alternando comentarios sobre política educativa y cuestiones gremiales docentes. La revista era el órgano de difusión de un colectivo pedagógico con una posición definida al interior del espectro escolanovista argentino. Sin entrar en los debates específicos que estas denominaciones implican, y por poner sólo un ejemplo, Adriana Puiggrós denominará a esta corriente como “orgánica”, ya que adecuaron los postulados del activismo europeo al discurso normalizador hegemónico en el sistema de instrucción pública argentino.
Para el año 1930 encontramos en Argentina un campo pedagógico que está consolidado, y desde fines del Siglo XIX, experimentando intentos de reforma al sistema tradicional y su pedagogía normalista. Esas experiencias, como las que desarrolló Carlos Vergara, fueron un antecedente para las ideas escolanovistas que comenzaron a encarnarse en experiencias educativas desde mediados de la década de 1910. Por lo tanto, en 1930 la situación era de una multiplicidad de experiencias que se desarrollaron teniendo como eje a la escuela nueva, con propuestas tanto rurales como urbanas, en las provincias y en la Capital Federal, con distintos niveles de politización, distanciadas del sistema o desarrolladas en su seno.
Partiendo de la reflexión de Marcelo Caruso sobre el concepto de la escuela nueva, que halla su existencia en una autoafirmación, una “autoatribución de identidad”, me interesa abordar ese proceso, que implicó dispersión y diversificación más que un discurso unificado, en donde los sistemas didácticos escolanovistas eran traducidos más que asimilados.
El viaje de Ferrière a la Argentina dejó algunas huellas que son interesantes para pensar las redes a partir de las cuales se desarrolló el pensamiento escolanovista, y en ese contexto, las formas de construcción del pensamiento pedagógico en el marco de la colonialidad del saber y las relaciones centro-periferia.