La formación de profesores de educación física en Argentina fue paralela a la incorporación de la asignatura al currículo escolar. Desde fines del XIX, con la sanción de la obligatoriedad escolar, la educación del cuerpo compondría parte del mínimun de instrucción obligatoria para la educación común e integral de la población infantil. La enseñanza de la asignatura en las escuelas secundarias, fundadas en Buenos Aires y las capitales de provincias para la formación de las elites, también reclamaría profesores dado que, entre fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, se habían fundado 343 escuelas de distinto tipo dando evidencia del paulatino proceso de expansión del nivel (Fiorito, 2011). Con uno u otro destinatario, la educación física formaría parte de la estrategia de gobierno de los cuerpos en una sociedad que se organizaba conforme a los dictados de la democracia liberal. En esos inicios, la demanda de formación de educadores físicos en Argentina fue respondida por dos iniciativas diferentes; la militar a cargo de la Dirección General de Tiro y Gimnasia del Ejército y la civil impulsada desde el Consejo Nacional de Educación a través de los cursos de ejercicios físicos para maestros y la creación de la Escuela Normal Superior de Educación Física. Este trabajo pone el foco en otro momento que comienza con la década de 1930; cuando en el marco de gobiernos conservadores, y estrechamente asociado al cuadro ideológico de entreguerras, se redescubren las virtudes formativas de la cultura física y, especialmente, del deporte. Se crea entonces una nueva institución – el INEF General  Belgrano- (por desdoblamiento de la escuela civil de la etapa anterior) exclusiva para varones y bajo la modalidad de internado para alumnos reclutados de escuelas secundarias del todo el país; esta creación es contemporánea a la de otros organismos estatales con funciones sobre la educación física y a una serie de resoluciones ministeriales que se proponen sistematizar, regular y uniformizar su enseñanza en todas las escuelas secundarias del país. A partir de entonces, el INEF General Belgrano resultaría parte de una nueva estrategia (vigente hasta fines de los ’60) para la construcción de una cultura política de masas. Sería parte de un dispositivo para la conformación de un cuerpo de líderes que, de regreso a las provincias, en las escuelas, las colonias de vacaciones y los campamentos de todo el país difundirían entre la infancia y la juventud un conjunto de técnicas, valores, emociones y prácticas a través de la cultura física. El análisis de documentos (leyes, decretos, circulares, notas, actas internas, libros y legajos) y de entrevistas a ex alumnos permiten considerar al dispositivo formativo tanto como una técnica disciplinaria centrada en el cuerpo - para producir efectos individualizadores- como una tecnología reguladora de la vida - para controlar la serie de acontecimientos riesgosos que podían producirse en una masa viviente (Foucault, 2001).