Última modificación: 2017-07-17
Resumen
El 25 de mayo de 1973, Susana F. de Boeykens asumía como decana normalizadora de la FCE. Su breve gestión tradujo en su devenir la articulación singular de sensibilidades que tuvieron por objetivo formar un egresado comprometido con el Proyecto de Reconstrucción y Liberación Nacional. Su materialización requirió actuar con celeridad para borrar todo vestigio del proyecto pedagógico tecnocrático previo en la formación ofrecida. Así, la aprobación del Plan de Estudios en Ciencias de la Educación avanzó en la incorporación y desarrollo de aquellos contenidos y perspectivas teóricas que propiciarían los procesos emancipatorios, particularmente, en las asignaturas socio-históricas, filosóficas y políticas. Los contenidos y lecturas propuestas en ellas trasuntaron la convicción respecto de la fertilidad del marxismo como doctrina explicativa de los conflictos, pero también, como la herramienta teórica más pertinente para estudiar y comprender la compleja realidad social y política que se intentaba transformar y el rol de los intelectuales en ello.
Se recurrió a la incorporación de obras y autores nacionales - Chávez, Viñas, Puiggrós, Ramos y Hernández Arregui - que, al articular en sus escritos los esquemas teóricos del marxismo en el análisis de la realidad argentina en clave nacional se constituyeron en la versión interpretativa alternativa a la perspectiva liberal. Con interpretaciones disimiles, su mensaje fue coincidente con el compromiso que debían asumir los intelectuales argentinos en el proceso de transformación social y donde el peronismo debía tener un rol protagónico dado su carácter de movimiento popular y nacional, antiimperialista y solidario con las causas de la liberación nacional de esos tiempos - Ponza (2007, 2008)-.
Si la teoría del desarrollo –según Devés Valdés (2009)- había sido el paradigma con que la tecnocracia consagró la hegemonía del imperialismo norteamericano en el contexto latinoamericano, la teoría de la dependencia se convertía en una herramienta teórica nodal a abordar para concientizar a los futuros profesionales en la explicación de las razones del subdesarrollo. Es que el concepto de dependencia se había forjado en América Latina para pensar lo particular del continente. Según Diez (2009) atravesó al conjunto de las tradiciones político partidarias argentinas ligándose al concepto de antiimperialismo. En el caso del peronismo se articuló con el discurso de la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, primero, y luego con el de la “liberación o dependencia”. Su difusión tuvo que ver con el viraje del pensamiento sociológico de la década del 60 que, en rebeldía con las perspectivas positivistas y funcionalistas propiciadas por Germani, recurrían a la articulación del marxismo con el peronismo como marco conceptual pertinente para pensar los efectos nocivos del desarrollo capitalista en los países del tercer mundo. Así, en congruencia con este clima de ideas, se recurrió a la incorporación de autores y obras de la Sociología Latinoamericana.
En lo que a la educación respecta el concepto de liberación había aparecido con el brasileño Paulo Freire en la primera mitad de la década del 60. De allí se extendió a la Teología, inicialmente con la obra del peruano Gustavo Gutiérrez, para marcar su impronta en la filosofía con el grupo argentino a comienzos de los `70 –Devés Valdés (2009)-.
Si la universidad representaba un foco irradiante de alienación, era tarea y sentido de su militancia transformarla en el más eficaz instrumento de creación de una nueva conciencia. La incorporación de contenidos y problemas abordados por la Filosofía, la Teología y la Pedagogía de la Liberación fueron reputados esenciales para ello.