Última modificación: 2017-07-17
Resumen
Después de los procesos de independencia de principios del siglo XIX en América Latina, para los países emergentes fue primordial conformar sistemas de instrucción pública que permitieran tomar distancia de la herencia colonial y, sobre todo, producir una base para la constitución de naciones civilizadas, con una cultura, tradición e historia comunes (Zuluaga & Ossenbach, 2004). En Colombia, de acuerdo con Safford (1989), ese proceso estuvo atravesado por la introducción de valores orientados hacia el trabajo, lo técnico y lo práctico. Esto coincide, además, con la introducción de principios pedagógicos de la enseñanza mutua o lancasterianismo en las primeras décadas de vida republicana, luego desplazados por la enseñanza simultánea asociada a planteamientos de Johann Heinrich Pestalozzi que, después de la Reforma Instruccional de la década de 1870 de corte liberal, paradójicamente fueron integrados por la tradición católica y conservadora (Sáenz, Saldarriaga & Ospina, 1997; Saldarriaga, 2003). Bajo estas condiciones, la alfabetización de la población y la enseñanza de matemáticas elementales se tornaron en asuntos fundamentales. En ese marco, este trabajo busca mostrar algunos rasgos de las matemáticas escolares en la segunda mitad del siglo XIX, desde la perspectiva de la noción de saber escolar. Dicha noción retoma aspectos de la historia del currículo (Goodson, 1991; 2003), las disciplinas escolares (Chervel, 1991; Viñao, 2006) y la cultura escolar (Julia, 2001;Faria-Filho. Gonçalves. Vidal. Paulillo, 2004), y se relaciona con nociones de cuño local como saber pedagógico y práctica pedagógica (Zuluaga, 1999; Noguera, 2012), sustentadas en varios desarrollos del trabajo del filósofo francés Michel Foucault. En esta perspectiva, la enseñanza de las matemáticas en la escuela elemental en Colombia puede describirse como una estrategia que procuró la difusión de saberes y habilidades prácticas entre la población – asuntos útiles para la configuración de un Estado-Nación –, al mismo tiempo que promovió un ideal de sujeto (ciudadano) autónomo y racional. Tal estrategia queda condensada en la fórmula “gobernar por la razón, vivir para la utilidad”, que como objetivo educativo hizo posible la articulación de contenidos y métodos de enseñanza en diferentes materias – aritmética, geometría, dibujo lineal y teneduría de libros –, con un conjunto de preceptos de comportamiento individual y colectivo – conducirse por la razón y la ley; proceder con orden y exactitud –, formas de valoración ética y estética – esforzarse para conseguir sus objetivos; cultivar el gusto por lo bello, el orden y la regularidad –, entre otros aspectos que han servido para sustentar la centralidad de las matemáticas en el currículo escolar hasta nuestros días.