Si se considera que la posmodernidad se ubica en su período de caducidad, cabe preguntarse por la condición abismal en la cual se encuentran tanto las obras como las nociones teóricas, que rodean e intentan aprehender la literatura. Las últimas tendencias escriturales han manifestado un claro cuestionamiento sobre su propia producción, abriendo de tal forma todo un espectro metafictivo, el cual ha sido estudiado desde sus procedimientos técnicos; ante lo cual se precisa una indagación sobre su razón de ser acorde a su calidad de obra de arte.

Estos resquicios que han quedado abiertos para los estudios literarios pueden entenderse desde un diálogo fresco entre la situación de la literatura y de las artes, con el fin de abrir un nuevo bosquejo de estética literaria acorde a las condiciones actuales. Por ello se plantea en el presente artículo determinar la relación entre las técnicas literarias y la posición del arte actual, en donde lo bello ha dejado de lado su univocidad y ha permitido la irrupción de lo feo, y con ello ha descubierto el velo de lo siniestro. Para esto se propone como hipótesis la utilización de la metaficción en la literatura como mecanismo que permite y propicia la abyección, entendiendo la actuación de la obra arte desde el deseo de sí misma, en su intento de desafiar su propia autonomía.