Desde finales de la década pasada, la teoría post colonialista significo un quiebre intelectual filosófico con respecto a los grandes relatos que venía sosteniendo la modernidad. La preocupación discursiva y el uso que se hace del lenguaje pasa a ser una cuestión central para los pensadores post modernos que buscan romper con la teoría del centro ejercida por el pensamiento historicista occidental. Robert Young explica que “El término Crítica Poscolonial describe la actividad general de la reconsideración de esta historia, particularmente desde la perspectiva de los que sufrieron sus efectos” (Young, R. J. 2010: 282).Es decir, parte de la base de que no hay un solo discurso histórico ni tampoco una verdad a ser descubierta en La Historia ya que ésta última es una fabricación mutable.

Para situarnos dentro del pensamiento del filosofo camerunés, Achille Mbembe, (nacido en 1957), debemos remontarnos al contexto africano de finales del siglo XX, cuando se produce una apertura académica a aquellos pensadores que buscaban re significar los relatos de aquellos que no tuvieron voz. Hacia mediados de los ‘70 las estructuras políticas y culturales del estado nación entran en crisis. Además, la caída del precio del petróleo (1973) y la falta de ayuda monetaria internacional para el tercer mundo genera una inestabilidad en todos los aspectos de la vida. El fraude, la desocupación, las sublevaciones, las huelgas gremiales y el ajuste generan un horizonte político cultural confuso donde la identidad comienza a ser cuestionada. Con la caída del muro de Berlín (‘89) el mundo se globaliza. Las políticas de ajuste y expulsión ensayadas en el continente africano durante los años ’90 se extienden a escala mundial. África se encuentra bajo el dominio del FMI y el Banco Mundial generando un fuerte endeudamiento que lleva a la suspensión de la soberanía nacional y a la privatización de todo sector público. En este contexto, el pensador desarrolla su concepto de Necropoder y analiza las formas contemporáneas de subyugación.