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En el marco de la literatura española medival, las obras del llamado mester de clerecía permite un acercamiento a cómo se percibían e interpretaban en aquella época ciertos textos sapienciales, medievales o clásicos. Entre ellas, el Libro de Alexandre, poema anónimo, con copiosa intervención de animales a lo largo de la historia, manifiesta un acercamiento a los bestiarios, a las enciclopedias y a la concepción misma que se establecía con respecto a los animales durante la Edad Media. Mitológicos o no, los animales tienen un papel fundamental en la construcción del discurso del Libro, manteniendo interacción constante con la vida del Alexandre protagonista, principalmente en dos formas: como símbolos propiamente dichos (es decir, que su rol es ser interpretados, ya sea por el lector o por los personajes) o como personajes (es decir, actantes, que intervienen en el desarrollo de los acontecimientos). Esto no quiere decir que no existan matices entre ambas, especialmente por el hecho de que, como menciona Morales Muñiz (1996), la presencia de los animales, en la Edad Media, es eminentemente simbólica. En el Libro, la vida de Alexandre está signada por los animales desde su nacimiento: el poema establece una correspondencia entre el nacimiento del héroe y fenómenos sobrenaturales protagonizados por animales: un cordero que habla y una serpiente nacida de gallina. Esta última, especialmente, corresponde (sin mencionarse) a la leyenda del basilisco, criatura mitológica con la que el poema establecerá una asociación implícita con Alexandre. La etimología de “basilisco” es “reina de las serpientes” y así Alexandre dominará a las serpientes, que a su vez simbolizan el pecado. El intento de dominar a los peces, símbolo de Jesús, por otro lado, resultarán en el descenso del héroe. Por su parte, Darío, el antagonista, sólo es representado por símiles de animales.

Bestiario; basilisco; Alejandro Magno; Mester de Clerecía; serpientes; pecado; símbolo; peces; cristianismo; epopeya