Última modificación: 2018-01-14
Resumen
En “El Ser y la Nada”, Sartre realiza una exposición de su particular ontología, presentando su concepción de la conciencia, a la cual, –en una concesión a la tradición fenomenológica‐, describe como esencialmente intencional; es decir, como siendo siempre conciencia de algo, abierta, ek‐stática; y en tanto tal, orientada, dirigida, referida o vertida hacia algo fuera de sí de manera permanente; como una mirada absorta hacia lo que ella no es; la define como siendo una pura fuga, una nada de ser, una trascendencia prerreflexiva; la pura actualización espontánea de sí misma; un mero acto, por lo cual, ‐siguiendo a su teoría existencialista ‐, no es sino su acción lo que la hace ser. Es así una posibilidad pura, inagotable en esencia alguna que la defina; indeterminada, descosificada, nihilizada, vaciada, carente por principio de contenido alguno, pues “la conciencia no tiene nada de sustancial”(Sartre, 1966:25); por lo cual no es jamás descripta como receptáculo o continente ya que carece de interioridad y tampoco como revestida en su modo de ser primigenio de carácter representacional, intelectual, o reflexivo alguno, ya que “ninguna categoría puede ‘habitar’ la conciencia y residir en ella a la manera de una cosa”(Sartre, 1966: 287).