Última modificación: 2018-01-14
Resumen
La pregunta por el hombre es acaso la pregunta más importante de la filosofía, porque en esa pregunta se ve involucrado el que pregunta en la más profunda búsqueda de su identidad. Preguntarse por el hombre no es sólo buscar develar un misterio, sino que es enfrentarnos con uno de los dramas más movilizadores del pensamiento: es chocarnos con nuestra propia realidad misteriosa, es darnos de frente con el hecho de que nosotros mismos somos un misterio, pero no un misterio a develar, sino un misterio a responder con la propia acción de nuestra vida, parte importante de la cual es el mismo preguntarse.
Es una pregunta originaria, filosófica por excelencia, en la que convergen Metafísica, Antropología y Ética y rompen todo límite epistemológico. El ser es aquí mi propia identidad que tengo que realizar del modo más propio.
Por eso mismo hay temas que competen tan intrínsecamente al hombre que no pueden ser tratados sino bajo estos tres aspectos. Son temas que tocan lo profundamente humano: su ser, su identidad, y su realizarse. Son lo propio.
Uno de estos temas es el tema de la muerte.
Ella hace a lo más propio del hombre, en tanto habla de lo más humano: el ser, la nada, la finitud, el tiempo, el devenir, el otro, el infinito son todas nociones distintivas de la condición humana que surgen de un penetrante análisis del significado de la muerte, de lo que ella dice. “Empresa vana sería intentar construir una antropología al margen de ese elemento tan humano como es la muerte. No cabe en modo alguno antropología sin tanatología” (García, 2004: 306)
La posibilidad de un modo de comprender la vida en todo lo que la vida implica, su ser propio y su realizarse, a partir de un profundo análisis existencial de la muerte es lo que mueve a este trabajo. Mi proyecto es encarar las cuestiones centrales que la problemática sobre la muerte plantea y mostrar qué implicancias tienen sobre el modo de comprender la vida, en especial el modo ético. En este sentido, busco evaluar la posibilidad de una hermenéutica ética, es decir, una experiencia interpretativa de la muerte en toda su riqueza, tal que dicha experiencia tenga la capacidad de modificar la manera en que el hombre se dirige hacia su propia vida.
Espero que no haga falta aclarar que bajo ningún aspecto es mi intención construir con ladrillos de argumento una teoría sobre la muerte, sino más bien aportar con una posible reflexión sobre el sentido que puede tener el morir como punto de partida de una reflexión ética.