Última modificación: 2018-01-14
Resumen
Aprovechamos la excusa del centenario de su nacimiento para exigir el lugar que Emile Cioran (1911-1995) tuvo en su época como testigo de los problemas filosóficos e histórico-‐sociales, así como visionario del tiempo que nos toca vivir. Si nuestros contemporáneos son sin saberlo cioranianos, no es por su interrogación exasperante del absurdo de la vida, sino por los actos, pasiones y discursos entre los que subyacen las obsesiones del pensador rumano. Su escritura de fragmentos, breviarios, aforismos y diarios señalaban los márgenes de su tiempo: lo impensable de lo pensable. Como ninguno, él exigió al pensamiento su afuera, ese Adiós a la filosofía: “la filosofía –inquietud impersonal, refugio junto a ideas anémicas– es el recurso de los que esquivan la exuberancia corruptora de la vida”. Y concluye: “No se puede eludir la existencia con explicaciones, no se puede sino soportarla, amarla u odiarla, adorarla o temerla”.