A las tres preguntas que reúnen todo el interés de la razón según “El canon de la razón pura”, a saber, ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer? y ¿qué puedo esperar?, Kant agrega en la Lógica una cuarta, ¿qué es el hombre?, afirmando que las tres primeras se refieren a ésta, y que la antropología debe buscar una respuesta a ella.

Si se consideran tanto el manuscrito de Mrongovius de 1785, conocido actualmente como Antropología práctica, como también la Antropología en sentido pragmático de 1798, la respuesta sobre el qué del hombre consistiría en su caracterización. En la Antropología de 1798, por ejemplo, se distinguen como partes de un estudio sistemático del hombre una antropología fisiológica que estudia lo que la naturaleza hace con el hombre, y una antropología pragmática que estudia lo que el hombre “como ser que obra libremente, hace, o puede y debe hacer de sí mismo” (Kant, 1798: 17) La antropología pragmática emprende dos caminos para estudiar al hombre; en primer lugar una Didáctica que a través de la caracterización de las facultades (cognitiva, apetitiva, del placer y displacer) permite conocer el interior y el exterior del hombre; en segundo lugar, una Característica que busca estudiar el interior del hombre por medio de su exterior. La obra finaliza con la enunciación de dos rasgos antropológicos fundamentales, la insociable sociabilidad humana y la necesidad de una república dentro de una confederación de estados como marco para el desarrollo de la libertad.

Antropología en sentido pragmático realiza una sistematización sobre el hombre por medio de su caracterización tanto interna como externa pero ¿ella debe entenderse como una respuesta a la pregunta qué es el hombre?. Gran parte de los interpretes niegan esto; algunos incluso sostienen que Kant nunca formula una respuesta para la cuarta pregunta (Buber, 1942)

En el presente trabajo buscaremos analizar la relación de la cuarta pregunta kantiana con las demás preguntas de “El canon de la razón pura”, fundamentalmente con la tercera, para examinar las exigencias que la propia pregunta establece para su respuesta, intentando, si bien no solucionar la problemática ausencia de una respuesta, al menos explorar su ausencia.